Milo Milón y el loro viajero

Era una calurosa tarde de verano, y Milo, como de costumbre, había salido a pasear por el bosque. Pero como hacía tanto sol, esta vez había decidido pasear por los árboles en vez de por el suelo, enganchándose de rama en rama. Así estaría siempre a la sombra y vería el bosque desde un lugar diferente.

Era una calurosa tarde de verano, y Milo, como de costumbre, había salido a pasear por el bosque. Pero como hacía tanto sol, esta vez había decidido pasear por los árboles en vez de por el suelo, enganchándose de rama en rama. Así estaría siempre a la sombra y vería el bosque desde un lugar diferente.

Iba saltando de uno a otro cuando, de pronto, escuchó una vocecilla que lo llamaba.

  • ¡Eh! ¿Eres nuevo por aquí?

Era un loro muy colorido que estaba posado sobre la rama a la que se había agarrado Milo.

  • No señor loro, yo vivo un par de árboles más atrás, y todos los días paseo por aquí. Lo que pasa es que siempre voy andando por allí abajo, pero hoy hace demasiado calor. - respondió Milo.
  • ¡Vaya! Te gusta pasear, igual que a mí. Pero yo no soy de por aquí, de hecho, ahora mismo estoy de viaje. Vengo del bosque del oeste, pero también he estado en los del norte y el sur, incluso también en los del centro. - Dijo el loro con mucha ilusión.

Milo estaba impresionado, todos esos bosques estaban muy lejos y para él sería imposible llegar andando, ¡qué divertido sería tener alas para ver todos los lugares del mundo!

  • Has debido conocer a muchos animales divertidos, y has debido ver lugares increíbles. ¿Nunca te aburres de volar de un lado a otro? - preguntó Milo con curiosidad.
  • ¡Nunca! Todos los sitios a los que voy son destinos maravillosos, algunos más bonitos y otros menos, pero siempre son interesantes. Cada lugar tiene algo que enseñarte, solo hay que saber escuchar. - le explicó el loro, que era muy sabio.

Después de darle este consejo, el loro se separó de la rama y comenzó a volar sobre Milo.

  • Ahora me voy de nuevo, pero me alegro mucho de haber hablado contigo, volveré a pasar por este bosque pronto. Tú no dejes nunca de pasear, es una buena manera de aprender cosas. - gritó el loro mientras revoloteaba

Milo se despidió muy alegre y guardó todos los consejos de aquel viajero de colores, y pensó que el paseo del día siguiente lo daría más lejos, pues así podría conocer más cosas nuevas. 

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