Milo Milón y la magia de la Navidad

En la mañana de Navidad, Milo y los animales del bosque despiertan sorprendidos por la nieve. Juntos avisan a todos sus amigos, juegan sin parar y celebran una gran comida, aprendiendo que la magia de la Navidad se disfruta mejor cuando se comparte.

Era una fría mañana de diciembre en el bosque de Milo, pero no de un día cualquiera, era la mañana del Día de Navidad. Este era el día favorito de todos los animales porque celebraban una gran comida todos juntos bajo el gran abeto del centro del bosque. 

Todos los animales se despertaron cuando el sol les dio los buenos días, y al abrir los ojos vieron que el bosque estaba nevado. Los árboles, las rocas y las hojas secas estaban cubiertas por una capa blanca y fría. 

  • Despierta, Milo, ¡ha nevado! - gritó una serpiente desde debajo de su árbol.

Milo, que aún se estaba poniendo su bufanda, bajó corriendo a jugar con los demás.

  • ¡Vaya! - gritó Milo asombrado - Es la primera vez que veo nieve en el bosque.
  • ¡Vamos a jugar, Milo! ¡Es la magia de la Navidad! - dijo una cabrita mientras saltaba sobre el suelo blanco.
  • ¡Claro! - dijo Milo – pero vamos a avisar a todo el mundo primero. Todos los animales que viven en las afueras, o en el monte, o en madrigueras, ¡hay que decirles que ha nevado para que podamos jugar juntos!

La cabrita y Milo recorrieron todo el bosque avisando a los animales de que iban a jugar en la nieve antes de la gran comida. Poco a poco, se hizo un gran grupo de animales con bufandas, preparados para celebrar la Navidad juntos.

Pasaron toda la mañana haciendo muñecos de nieve y lanzándose bolas. También se hicieron trineos con las cortezas de los árboles, y se deslizaron con ellos por la ladera del monte. 

  • Es el mejor día de mi vida - decía la serpiente mientras hacía dibujos en la nieve.
  • ¡Gracias por avisarme! - dijo el señor topo muy feliz – desde mi madriguera no se ve el bosque y, si no me hubierais llamado, me hubiera perdido los juegos en la nieve!

Después de tanta diversión, por fin llegó la hora de la gran comida. Todos soltaron sus trineos y fueron juntos al gran abeto que llevaban todo el mes decorando. Bolas, hojas y flores de colores colgaban de todas las ramas para hacer una decoración muy especial.

Comieron y rieron rodeados de adornos y muñecos de nieve, y todos aprendieron que la mejor manera de disfrutar de la magia de la Navidad es compartiéndola. 

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