Mía y el secreto del bosque encantado

Mía vivía en un pequeño pueblo rodeado de colinas y un bosque que todos llamaban el Bosque Encantado. Desde pequeña había escuchado historias mágicas sobre él, pero nadie se atrevía a entrar. Una tarde, mientras paseaba cerca de los árboles, encontró una llave dorada entre las hojas. Al recogerla, escuchó un susurro: "Mía, ven... necesitamos tu ayuda."

Mía vivía en un pequeño pueblo rodeado de colinas y un bosque que todos llamaban el Bosque Encantado. Desde pequeña había escuchado historias mágicas sobre él, pero nadie se atrevía a entrar. Una tarde, mientras paseaba cerca de los árboles, encontró una llave dorada entre las hojas. Al recogerla, escuchó un susurro: "Mía, ven... necesitamos tu ayuda."

La curiosidad venció al miedo, y al día siguiente decidió adentrarse en el bosque. Pronto encontró un arco cubierto de enredaderas con un candado brillante. Cuando usó la llave, el candado se abrió, y el arco se convirtió en una puerta luminosa. Al cruzar, Mía quedó asombrada: los árboles brillaban como si tuvieran estrellas, y los animales parecían mágicos.

De repente, una hada diminuta apareció volando. "¡Mía! Soy Lila. Este bosque está en peligro y sólo tú puedes salvarlo. El Árbol de la Vida, que mantiene la magia, está muriendo porque alguien robó su corazón: una gema llamada Esencia de la Naturaleza. Debes recuperarla de la Cueva de las Sombras."

Aunque tenía miedo, Mía aceptó. Guiada por Lila, llegó a la cueva, oscura y fría. Al entrar, la llave en su bolsillo comenzó a brillar, iluminando el camino. De pronto, una voz retumbó: "Si buscas la gema, enfrenta tu mayor miedo."

Ante Mía apareció una enorme sombra. Parecía crecer con cada latido de su corazón. Pero recordó las palabras de su abuelo: "La valentía no es no tener miedo, sino enfrentarlo." Respiró hondo y dijo con firmeza: "No tengo miedo. Estoy aquí para salvar el bosque."

La sombra se desvaneció, y la gema apareció flotando frente a ella. Mía la tomó y salió de la cueva con una sonrisa.

De regreso al Árbol de la Vida, colocó la gema en su lugar. El árbol brilló con tanta fuerza que todo el bosque recuperó su vida. Las hojas volvieron a brillar, y los animales danzaban de alegría.

"Mía, has salvado el Bosque Encantado," dijo Lila emocionada. Antes de irse, el hada le susurró: "Siempre serás nuestra heroína."

Esa noche, Mía se durmió con la llave dorada en su mesita. No estaba segura de si todo había sido real, pero el suave susurro del viento le recordaba que el Bosque Encantado siempre estaría allí, esperándola.

Colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

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