El erizo y el sombrero mágico de verano

Un erizo llamado Elías sueña con un sombrero mágico para protegerse del sol. Con ayuda de sus amigas, vivirá un verano lleno de magia y sueños felices.

En un claro soleado del bosque vivía Elías, un pequeño erizo de púas cortitas y nariz redonda. Le encantaba salir por las mañanas y rodar por la hierba fresca, pero con el verano, el sol brillaba tanto que tenía que esconderse a cada rato bajo las hojas.

—Ojalá tuviera un sombrero encantado que me protegiera del sol —suspiró una tarde mientras se abanicaba con una flor.

La mariquita Matilda, que pasaba volando, escuchó su deseo y sonrió:

—Conozco a alguien que puede ayudarte —dijo guiñando un ojito—. La vieja araña Clara guarda retales mágicos entre sus telarañas.

Fueron juntas hasta el rincón más tranquilo del bosque, donde Clara tejía con hilos de luna. Al escuchar el deseo de Elías, la araña les entregó un pequeño trozo de tela dorada, suave como el viento del atardecer.

—Este sombrero solo funcionará si lo haces con cariño —advirtió Clara.

Matilda ayudó a coserlo con hilos de rocío y hojas secas. Cuando Elías se lo puso… ¡un suave brillo lo envolvió! De repente, el calor ya no le molestaba, y cada vez que cerraba los ojos bajo su sombra, oía una canción veraniega muy bajita, como un arrullo del bosque.

Desde entonces, Elías sale a pasear feliz con su sombrero mágico. Juega entre las flores, salta entre sombras y, al caer la tarde, lo cuelga en una ramita especial.

Luego se acurruca en su nido de hojas y se duerme enseguida, soñando con soles brillantes, aventuras encantadas y risas bajo la brisa.

 

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