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Los problemas gástricos en la infancia son más frecuentes de lo que solemos pensar. Desde un simple dolor de barriga hasta molestias recurrentes como náuseas, gases o digestiones pesadas.
Esto se debe, entre otras cosas, a que su aparato digestivo aún está en proceso de maduración, y puede reaccionar de forma exagerada ante ciertos alimentos, infecciones o incluso emociones. La buena noticia es que la mayoría de estos trastornos suelen ser leves y transitorios.
Lo importante es saber identificarlos a tiempo, actuar con calma y darles el apoyo que necesitan para sentirse mejor.
Aunque cada niño es diferente, hay ciertos trastornos digestivos que se repiten con frecuencia en esta etapa:
Saber detectar estos problemas es clave para prevenir complicaciones y actuar a tiempo.
Una de las causas más frecuentes en la infancia. Los virus gastrointestinales, como el rotavirus o el norovirus, son responsables de muchos episodios de vómitos y diarrea. También pueden aparecer bacterias como la Salmonella o la E. coli, aunque en menor proporción.
Algunos niños presentan dificultad para digerir ciertos componentes, como la lactosa, el gluten o determinadas proteínas. Esto puede provocar molestias digestivas tras las comidas, desde dolor abdominal hasta gases, diarrea o estreñimiento.
El reflujo es habitual en bebés, pero también puede darse en niños mayores. En algunos casos, el ácido gástrico puede irritar el estómago o el esófago, provocando ardor, náuseas, tos nocturna o vómitos frecuentes.
Comer rápido, en exceso o alimentos muy grasos o procesados puede alterar la digestión. También hay factores emocionales (estrés, nervios, cambios de rutina) que impactan directamente en el sistema digestivo de los más pequeños.
Los problemas gástricos pueden manifestarse de formas distintas según la edad y la causa. Estos son algunos síntomas que conviene observar:
Si estos síntomas son persistentes, intensos o se repiten con frecuencia, es importante consultar con el pediatra.
Una buena digestión empieza por lo que comemos y cómo lo comemos. Es fundamental ofrecer a los niños una dieta variada, rica en frutas, verduras, cereales integrales y proteínas de calidad, adaptada a su edad y apetito. No se trata de obligarles a comer, sino de respetar su ritmo y necesidades reales.
También es clave evitar alimentos ultraprocesados, muy grasos o azucarados, así como bebidas muy frías o con gas. Y si estás introduciendo nuevos alimentos, hazlo poco a poco, observando cómo los toleran.
Además de la alimentación, hay gestos cotidianos que pueden marcar una gran diferencia. Establecer horarios regulares de comidas, sentarse a la mesa en un entorno tranquilo y animarles a comer despacio y masticar bien ayuda a que la digestión sea más ligera y eficiente. Beber agua a lo largo del día, evitar el sedentarismo y no acostarse justo después de comer también son pequeñas acciones con gran impacto.
Y si en algún momento aparecen molestias como náuseas, digestiones pesadas o inapetencia leve, puedes contar con una ayuda adicional como Nausealiv. Su fórmula a base de jengibre, melisa y vitaminas del grupo B está pensada para aliviar el malestar digestivo de forma respetuosa, y su formato en gotas lo hace fácil de administrar en cualquier momento del día.
El sistema digestivo no solo responde a lo que comemos, sino también a cómo nos sentimos. Por eso es tan importante que los niños puedan moverse con libertad, dormir bien y contar con un ambiente emocional seguro.
El estrés, los cambios bruscos o las tensiones pueden influir directamente en el aparato digestivo. Estar atentos a sus señales y acompañarlos con calma y cercanía es una forma más de cuidar su bienestar general.
Los problemas gástricos en la infancia son habituales y, en la mayoría de los casos, temporales. Pero eso no significa que debamos ignorarlos. Al contrario, estar atentos a sus síntomas, identificar las causas y acompañar con hábitos saludables puede marcar una gran diferencia en su bienestar.
A lo largo del artículo hemos visto cuáles son los trastornos más comunes, cómo se manifiestan y qué podemos hacer desde casa para prevenirlos. Una alimentación equilibrada, rutinas respetuosas y un entorno emocional seguro son pilares clave para cuidar la salud digestiva de los más pequeños.